Cierto día te levantas para ir a trabajar a ese currete tan majete que tanto tiempo te ha llevado conseguir; gente maja, proyecto majo, horario flexible, sin jefecillos tocanarices, sueldo mejete, contrato indefinido...
Solo hay algo que no te cuadra: Estás subcontratado por cierta consultora de dudoso currículum abonada al mundillo de las quejas por Internet. Sin embargo razonas y piensas que total, de quejas viven las consultoras, y además si te fijas bien la mayoría de la gente lleva en esa situación muchíiiiiiisimo más tiempo que tú.
Resignado al mundo de las subcontrataas, aceptas esa carga sintiéndote incluso afortunado por ser de los pocos que tienen contrato indefinido.
Y el fatídico día llega... un tremendo e insoportable dolor en el estómago pospone el cierre del documento que justo hoy querías liberar; documento fruto de tu afán y tus ganas de hacer bien las cosas.
Corres al médico, te ingresan en urgencias, te abren en canal, te hacen todo tipo de perrerías, te urgan en las entrañas, te cosen, te vuelven a abrir, te limpian, te duele, te quejas, lloras... y así durante varias semanas.
Y a todo esto, ¿que pasa en tu vida laboral?
El cliente, que hasta entonces considerabas como "tu empresa de facto", se da cuenta de que por algo paga tanto dinero por recurso: Para tener el santo derecho de prescindir de quien quiera, cuando quiera y como sea, sin manchar ni un ápice su imagen.
¿Y tu empresa? ¿Que puede hacer una consultora con un trabajador lisiado y sin cliente? Pues mandarlo al paro, sin tapujos. Y si se queja, que lo haga en la red. Al fin y al cabo, ¿no se alimentan las consultoras y las empresas de servicios de las
quejas e improperios que recolectan por Internet?.
